miércoles, julio 19, 2006

Cómo salir del laberinto libanés

Cómo salir del laberinto libanés

Permalink 19.07.06 @ 19:26:00. Archivado en Pro pace

Séptimo día de confrontaciones, sin intervención internacional, entre la esfera de influencia islamista de el Hezbollá y Tsahal, el ejército del Estado hebreo. Los israelíes tienen las manos libres, pero parece que todavía no ven la salida del laberinto en que se han metido.

Poco después de que ayer por la mañana, al término de su reunión con una delegación de la ONU, Tzipi Livni, jefa de la diplomacia israelí y ministra de la justicia, condicionase el cese de los ataques al desarme de Hizbulá y a la entrega de los soldados israelíes retenidos, varios katyushas cayeron en Haifa y Safed, sin causar víctimas.

Tzipi Livni había asegurado en su rueda de prensa que contaba con el respaldo del G8 y de la comunidad internacional, que instaban al Líbano a cumplir con la resolución 1159 de la ONU, antes de aceptar un alto el fuego con Hesbolah. La resolución 1.559, con arreglo a la cual Israel se retiró del país en 2000, exige que se desarme a Hezbolá y que las tropas libanesas patrullen la frontera con Israel.

La misma Tzipi Livni había declarado al Washington Post, en enero de 2006, que creía en la creación de un estado palestino como solución a la seguridad israelí. Ella veía el plan de la retirada unilateral de Israel como un movimiento necesario, porque los líderes palestinos no habían cumplido su parte en el compromiso. Recordamos que Tzipi Livni, tras insistir entonces en que esta retirada dejaba a los palestinos sin más excusas para el terrorismo, invitó a la dirección de Hamas para que cooperase.

En los análisis que siguen, bastante diferentes de los oficiales españoles, deplorablemente unilaterales y simplistas ante la gravísima situación actual, comparto ideas y formulaciones con el prestigioso analista francés Jean-Dominique MERCHET, especialista en asuntos de defensa, cuyos trabajos aparecen en el diario social-demócrata Libération, fundado por Jean-Paul Sartre y Serge July en 1973.

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Más de 230 muertos del lado libanés, una decimotercera víctima israelí el martes. Los diplomáticos se movilizan para desenredar la crisis entre Israel y el Líbano. La ONU se activa para convencer del interés de una fuerza de estabilización multinacional. Tony Blair acusa abiertamente a Irán y Siria de apoyar al Hezbollá.

Los tiros de cohete replican a las incursiones aéreas, y viceversa. Los comunicados oficiales hacen lo mismo, el martes por la tarde, entre oficiales libaneses e israelíes, al séptimo día de una guerra que ha dejado ya al menos 240 muertes.

El Primer Ministro libanés, Fouad Siniora, «ha implorado a la comunidad internacional y a los países árabes que se apliquen a instaurar un alto el fuego inmediato, acusando a Israel de querer retrotraer al Líbano cincuenta años atrás», destruyendo «todo lo que le permite permanecer en vida». Según una fuente gubernamental, ha pedido a los embajadores de Francia, los Estados Unidos y Gran Bretaña «que transmitan a sus países la cólera del Gobierno libanés y su viva protesta contra el hecho de que la agresión israelí se haya intensificado en un grado tal, que nadie pueda pararla».

El alto el fuego inmediato que él reclama ha sido excluido este martes por el jefe del Gobierno israelí, Ehud Olmert. Por medio de un comunicado, este último se ha declarado determinado a proseguir «la batalla contra el Hezbollá» hasta la liberación de sus militares y el cese de los tiros de cohetes contra su territorio.

No obstante, según ha declarado el Ministro israelí del Medio ambiente, Gideon Ezra, en la cadena de televisión privada israelí, Israel «no excluye el despliegue de una fuerza multinacional» en el Líbano meridional, a condición de que sea «muy fuerte» y que cumpla «sobre el terreno el papel del ejército libanés desfalleciente».

El secretario general de las Naciones Unidas,Kofi Annan, de paso en Bruselas, desea igualmente el despliegue de una poderosa fuerza multinacional de estabilización, «considerablemente más importante» que la actual Fuerza interina de la ONU en el Líbano (Finul), de 2.000 hombres. Ha estimado que serían necesarios bastantes cascos azules y medios «para darle a Beirut el tiempo necesario» de desarmar a las milicias del Hezbollá. El jueves próximo debe dirigirse al Consejo de seguridad de la ONU, el único habilitado a autorizar el despliegue de tal fuerza multinacional.

El jefe del Gobierno italiano, Romano Prodi, había estimado el lunes que serían necesarios 8.000 hombres, lo que, según el Primer Ministro británico, va a ser lento de ejecutar. Por otra parte, Tony Blair ha acusado abiertamente este martes a Irán y Siria, ante los diputados británicos, de sostener el Hezbollá en la actual crisis en Oriente Próximo, la cual, a su modo de ver, ha conducido a la «desintegración de las esperanzas de estabilidad» en esta región del mundo.

Los diplomáticos de la ONU prosiguen sus esfuerzos para obtener un alto el fuego. La delegación, conducida por Vijay Nambiar, consejero del secretario general de la ONU para los asuntos políticos, ha comenzado su jornada del martes con una cita con la Ministra de Asuntos extranjeros y de la justicia israelí Tzipi Livni. La ministra ha reafirmado las exigencias de su país, para poner fin a la ofensiva en el Líbano: la liberación sin condiciones de los militares raptados y la plena aplicación de la resolución 1559, incluyendo el despliegue del ejército libanés en la frontera israelí y el desarme del Hezbollá.

Para intentar encontrar una salida a este callejón sin salida, el Alto representante de la Unión Europea para la política exterior, Javier Solana, se prepara a volver al Oriente Próximo. La secretaria de Estado americana, Condoleezza Rice, prevé igualmente volver.

En El Cairo, los delegados permanentes de la Liga árabe se han reunido este martes, para examinar la posibilidad de la celebración de una cumbre sobre la situación en el Líbano. Las embajadas siguen organizando la evacuación de sus nacionales. Jan Egeland, jefe de la oficina de coordinación de la ONU para los asuntos humanitarios, ha anunciado este martes que la ONU ha comenzado a evacuar del Líbano sus equipos no indispensables y sus familias, reforzando, por otra parte, su personal encargado de los temas humanitarios.

Mientras que los diplomáticos se afanan, los combates siguen haciendo víctimas sobre el terreno. Según han indicado fuentes de la seguridad, este martes, quince libaneses, de los cuales once soldados, han sido matados y 65 heridos por ataques aéreos y bombardeos israelíes en el Líbano. Israel deplora una decimotercera víctima desde el comienzo de la ofensiva el 12 de julio. Los servicios de socorro israelíes han anunciado que un hombre ha sido matado por la explosión de un misil lanzado desde el Líbano sobre Nahariya, en el norte de Israel.

Cientos de miles de libaneses huyen de las zonas de combate en el sur y toman la carretera hacia el norte del país y Beirut. Israel ha respetado su garantía de no atacar estos convoyes civiles. Ante el riesgo de crisis humanitaria, la ONU va a desbloquear fondos dentro de unos días. Serán esencialmente consagrados a la reparación de las redes de suministro de agua y de los sistemas sanitarios, así como a la financiación de tratamientos médicos urgentes.

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Israel parece tener las manos libres para golpear a su manera a Hezbollá, en el Líbano. Por tres razones al menos: la aprobación tácita de la comunidad internacional, el apoyo de su opinión pública (leer abajo) y la estrategia militar empleada por Tsahal. Esta estrategia, puramente aérea, explica en gran parte la actitud «benévola» de los Occidentales. Tsahal conduce, en efecto, una campaña de ataques aéreos, a la manera de la OTAN en Kosovo en 1999.

Para la comunidad internacional, esta estrategia permanece actualmente dentro de los límites de lo aceptable. Los países de la OTAN, y entre ellos Francia, pueden difícilmente denunciar lo que ellos mismos hicieron contra Serbia... Sólo se critican la amplitud de los ataques aéreos y la elección de los objetivos, por ejemplo contra el ejército libanés. Pero todo el mundo aprueba el debilitamiento de las capacidades militares de los islamistas chiítas del Hezbollá, aliado de Irán. Incluso los países árabes mayoritariamente sunitas, como la Arabia Saudí, se hacen los desentendidos.

El «fuego». ¿Cómo opera Tsahal? Por la primera vez de su historia, un aviador dirige el ejército israelí , el general Dan Halutz, muy cercano de las concepciones de la Fuerza aérea US. Para Israel, estaría fuera de lugar el poner sus pies sobre el suelo libanés, excepto para operaciones especiales muy específicas. De ahora en adelante, el ejército prefiere el «fuego» al «choque», es decir, los tiros de larga distancia más bien que las columnas de los tanques.

Su ejército del aire posee un total control del espacio aéreo libanés. Abejones de reconocimiento (pequeños aviones sin piloto) y aviones de guerra electrónica supervisan permanentemente el país. Los objetivos son destruidos por helicópteros de combate y por cazas bombarderos F-16, gracias a municiones teledirigidas. «Los Israelíes hacen la guerra instantánea. En cuanto ven un objetivo, tiran sobre él», explica Pedro Razoux, autor de la Nueva Historia del ejército israelí. Junto a la aviación, Tsahal utiliza también su artillería, menos precisa, así como su marina, que cruza delante del Líbano.

Si los Israelíes aplican los mismos cocientes que los Americanos en Irak en 2003, necesitan por término medio tres municiones (bombas o misiles) para destruir dos objetivos. Lo que deja aún, a pesar de todo, la puerta abierta a muchos atropellos... puesto que, en ambos lados de la frontera, víctimas civiles mueren bajo las bombas y los cohetes. En una semana, 240 personas fueron matadas en el Líbano por los ataques israelíes. Trece Israelíes fueron a su vez matados por los ataques del Hezbollá. El Viceprimer Ministro israelí, Shimon Peres, consideró ayer que el Hezbollá ya había lanzado 1.500 proyectiles sobre el norte de Israel.

Las capacidades militares de la milicia chiíta se han reducido ya ampliamente en una semana. El ejército israelí considera haber destruido un tercio de la reserva de sus cohetes y misiles (evaluados en más de 12.000). Al mismo tiempo, añade Pedro Razoux, «Tsahal ataca el eje logístico que permite a Irán y Siria abastecer al Hezbollá por la carretera de Damasco». Convoyes de camiones, cualquiera que sea su cargamento, parece que están siendo sistemáticamente destruidos.

Riesgos de estancamiento. Para la opinión israelí, esta guerra aérea presenta la ventaja de evitar el envío de los soldados del contingente al Líbano. La confrontación terrestre haría rápidamente saltar en pedazos este consenso nacional, sobre todo que frente al Hezbollá, que controla muy bien la técnica de los IED (artefactos explosivos improvisados), las pérdidas serían elevadas. Sin hablar de los riesgos de estancamiento: la última vez, fueron necesarios veintidós años a Israel para evacuar el Sur del Líbano... dejando el lugar al Hezbollá.

Finalmente, para salir del laberinto, habrá que desplegar tropas sobre el terreno como en el Kosovo. Israel desea que el ejército libanés se despliegue a lo largo de su frontera septentrional, de acuerdo con la Resolución 1559, patrocinada por Francia y los Estados Unidos. Ahora bien ésta no podrá hacerlo sino con el apoyo de la comunidad internacional. En visita ayer a Bruselas, el Secretario General de la ONU, Kofi Annan, indicó que una fuerza de estabilización debería ser «considerablemente más fuerte» que el Finul (2 000 hombres). Una idea implícitamente apoyada por Israel, que la juzga simplemente «prematura». Esta fuerza militar, provista de un mandato «robusto», requerirá la implicación de las grandes potencias, Rusia entre ellas, como fue el caso en los Balcanes. Según toda probabilidad, si se realiza, Francia participará.

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