En cierta manera el mito voluntarista de don Quijote, cuya máxima expresión es la frase “Yo sé quién soy”, inaugura la era de los anti-mitos.
yo: 2076: [ya yo: 16; yo no soy: 12; yo sé: 56; yo sé quién soy: 1; yo soy: 87; yo… soy: 163; yo soy don Quijote de la Mancha: 7; yo soy el que: 3; yo ya: 1; yo…yo: 11]
yo (doc. ±950, del ant. *ieo, lat. vg. eo, s. VI, nomin. lat. ego ) pron.pers. forma átona de la primera persona del singular, en función de sujeto: 'quien te habla o te escribe ahora': «IO. Latine ego, primera persona. Suele tener énfasi por la calidad del que habla, incluida en la palabra yo, como: Yo el rey, etc.», Cov. 741.a.25.
|•| Repetido por énfasis. «que yo no me tengo de tomar, yo, con los enemigos de mi amo, que deben de ser muchos y malos.», II.33.18.
• Sería absurdo el enmendar la ed. pr. suprimiendo la repetición, como lo hacen muchos editores modernos, puesto que se destruiría el soporte formal de la intención enfática.
|| ya yo no soy: La cacofonía y la anáfora -el adverbio «ya» se repite cinco veces en el mismo párrafo- son empleadas aquí para llamar la atención sobre el contenido del mensaje:
«—Dadme albricias, buenos señores, de que ya yo no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres me dieron renombre de Bueno. Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje; ya me son odiosas todas las historias profanas del andante caballería; ya conozco mi necedad y el peligro en que me pusieron haberlas leído; ya, por misericordia de Dios, escarmentando en cabeza propia, las abomino.», II.74. 9.
• Idéntica cacofonía sirvió para subrayar el disgusto que sentía don Quijote al mencionarle la parodia que «un tal, vecino de Tordesillas» había hecho de su historia:
«Ya yo tengo noticia deste libro.», II.62.100. ® ya
|| yo y este… : «—Señor gobernador, yo y este hombre labrador venimos ante vuestra merced en razón que este buen hombre llegó a mi tienda ayer», II.45.11.
• «Ahora se miraría como de mala educación decir: yo y éste…, y se dice éste… y yo. Entre los romanos, la costumbre era contraria a la nuestra: decían ego et hic; y, a la verdad, parece este uso más conforme a la razón.», Clem. 1781.a.
|| Yo no puedo más: ® puedo
|| yo no soy: Alonso Quijano el Bueno ha puesto fin a sus locas aventuras como don Quijote de la Mancha:
«—Dadme albricias, buenos señores, de que ya yo no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres me dieron renombre de Bueno.», II.74.9.
• Nótese el paralelismo de esta escena con la del Licenciado Vidriera: «—Señores, yo soy el Licenciado Vidriera, pero no el que solía: soy ahora el Licenciado Rueda. Sucesos y desgracias que acontecen en el mundo por permision del Cielo me quitaron el juicio, y las misericordias de Dios me le han vuelto.», NovelEjempl., p. 125.a. ® Yo sé quién soy •
|| yo sé: «Yo sé, Olalla, que me adoras», I.11.16. • Soneto de Lotario en la novela del Curioso Impertinente:
«Yo sé que muero; y si no soy creído , es más cierto el morir, como es más cierto verme a tus pies, ¡oh bella ingrata!, muerto, antes que de adorarte arrepentido.», I.34.25.
||Yo sé quién soy: En el Amadís de Gaula se encuentra esta misma frase en forma negativa: «no sé quién soy». Hasta que le sea dado el conocer a sus padres auténticos y su propio nombre, el problema mayor del héroe es su propia identidad. Su apodo de Doncel del Mar le fue puesto por su primer padre adoptivo, el caballero escocés Gandales, porque lo encontró en el mar en un arca flotando a la deriva. Víctima de una crisis de identidad, cuando se acuerda de su amiga y amada Oriana, hija del rey Lisuarte de Gran Bretaña, comienza a decir:
«—¡Ay, catiuo Donzel del Mar, sin linaje y sin bien! ¿cómo fueste tan osado de meter tu coraçón y tu amor en poder de aquella que vale más que las otras todas de bondad y fermosura y de linaje?… & yo catiuo que no sé quién so, que biuo con trabajo de tal locura que moriré amando sin jelo osar dezir.», Amadís de Gaula, p. 68, 119-121.
• Versión libre de Ángel Rosenblat: «—¡Ay, Doncel del Mar, sin linaje y sin bien! ¿Cómo has osado poner tu corazón en quien vale más que las otras en bondad, hermosura y linaje? ¡Desdichado de mí que no sé quién soy y moriré amándola sin atreverme a decírselo!», Amadís, p. 33.
|•| Réplica de don Quijote a su vecino Pedro Alonso, que lo ha encontrado tendido en el camino de su primera vuelta a su aldea:
«—Yo sé quién soy —respondió don Quijote—, y sé que puedo ser no sólo los que he dicho, sino todos los doce Pares de Francia, y aun todos los nueve de la Fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron, se aventajarán las mías.», I.5.13.
Esta declaración de don Quijote, que de alguna manera parece recoger resonancias del Entremés, afirma su autonomía ante los héroes que lo enloquecen, y corrobora la dimensión artística totalmente innovadora de los desvaríos o desdoblamientos de su propia personalidad. Al erguirse sobre los héroes legendarios, el hidalgo identifica su voluntad y conciencia de «ser él quien es» en el plano y potencia de lo mítico, lo cual lo incorpora no en una mitología de lo antonomásico, sino en la de lo personal e inédito. En cierta manera el mito de don Quijote inaugura la era de los anti-mitos. (Comparar este punto de vista con el de la nota de Murillo, I.5, p. 106.)
«El famoso "Yo sé quién soy" equivale realmente, como vio Unamuno, a "yo sé quién quiero ser", y este deseo de autorrealización no es egotismo ni locura alguna, es la esencia misma de la vida humana, su propio imperativo.», Gaos 1987, III, p. 174. ® Entremés ® yo no soy
Articulación diegética:
Narración de la desgracia de nuestro caballero, tras la aventura de los mercaderes toledanos.
Texto ilustrado por Gustave Doré:
"Procuró levantarle del suelo, y no con poco trabajo le subió sobre su jumento, por parecer caballería más sosegada. Recogió las armas, hasta las astillas de la lanza, y liólas sobre Rocinante, al cual tomó de la rienda, y del cabestro al asno, y se encaminó hacia su pueblo"
El Q. I.5.9.
Légende de l'édition française :
[Tome I. Première partie. Pl. en reg. p. 46 : Un laboureur ramène Don Quichotte et Rossinante au village.] Il s'achemina du côté de son village.
Contexto del texto ilustrado:
Capítulo quinto.—Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero.
8. —Señor Quijana —que así se debía de llamar cuando él tenía juicio y no había pasado de hidalgo sosegado a caballero andante—, ¿quién ha puesto a vuestra merced desta suerte?
9. Pero él seguía con su romance a cuanto le preguntaba. Viendo esto el buen hombre, lo mejor que pudo le quitó el peto y el espaldar, para ver si tenía alguna herida; pero no vio sangre ni señal alguna. Procuró levantarle del suelo, y no con poco trabajo le subió sobre su jumento, por parecer caballería más sosegada. Recogió las armas, hasta las astillas de la lanza, y liólas sobre Rocinante, al cual tomó de la rienda, y del cabestro al asno, y se encaminó hacia su pueblo, bien pensativo de oír los disparates que don Quijote decía; y no menos iba don Quijote, que, de puro molido y quebrantado, no se podía tener sobre el borrico, y de cuando en cuando daba unos suspiros que los ponía en el cielo, de modo que de nuevo obligó a que el labrador le preguntase le dijese qué mal sentía; y no parece sino que el diablo le traía a la memoria los cuentos acomodados a sus sucesos; porque en aquel punto, olvidándose de Valdovinos, se acordó del moro Abindarráez, cuando el alcaide de Antequera, Rodrigo de Narváez, le prendió y llevó cautivo a su alcaidía. De suerte que, cuando el labrador le volvió a preguntar que cómo estaba y qué sentía, le respondió las mesmas palabras y razones que el cautivo Abencerraje respondía a Rodrigo de Narváez, del mesmo modo que él había leído la historia en La Diana, de Jorge de Montemayor, donde se escribe; aprovechándose della tan a propósito, que el labrador se iba dando al diablo de oír tanta máquina de necedades; por donde conoció que su vecino estaba loco, y dábale priesa a llegar al pueblo por escusar el enfado que don Quijote le causaba con su larga arenga. Al cabo de lo cual dijo:
10. —Sepa vuestra merced, señor don Rodrigo de Narváez que esta hermosa Jarifa que he dicho es ahora la linda Dulcinea del Toboso, por quien yo he hecho, hago y haré los más famosos hechos de caballerías que se han visto, vean ni verán en el mundo.
11. A esto respondió el labrador:
12. —Mire vuestra merced, señor, pecador de mí, que yo no soy don Rodrigo de Narváez, ni el marqués de Mantua sino Pedro Alonso, su vecino; ni vuestra merced es Valdovinos, ni Abindarráez, sino el honrado hidalgo del señor Quijana.
13. —Yo sé quién soy —respondió don Quijote—, y sé que puedo ser no sólo los que he dicho, sino todos los doce Pares de Francia, y aun todos los nueve de la Fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron, se aventajarán las mías.
El Q. I.5.8-13.
|| yo seguro: 'yo estoy seguro'. • Preámbulo de la tercera salida: «—Yo seguro—respondió el cura—que la sobrina o el ama nos lo cuentan después», I.2.13.
|| yo soy: LC.: «Mas yo soy Tirante el Blanco, que, con la espada en la mano, rey, duque, conde ni marqués, ni otro cavallero ninguno, no puede rehusar mi batalla; esto es notorio a las gentes.», J. Martorell, Tirante el Blanco, cap. LXVII, ed. MdeRiquer, 1990, p. 132
Siete veces, todas en la segunda parte, se presenta nuestro protagonista con la frase escueta y enfática: «yo soy don Quijote de la Mancha», cap. 10, 16, 29, 38, 46, 60 y 72. Otras autopresentaciones serán menos escuetas e incluso prolijas, pero siempre enfáticas, gracias a la presencia del pronombre. Dos ejemplos:
Don Quijote se presenta a Juan Haldudo el rico: «yo soy el valeroso don Quijote de la Mancha, el desfacedor de agravios y sinrazones», I.4.22.
En el preámbulo de la aventura de los Batanes, don Quijote se presenta a Sancho como quien ha de resucitar la edad de oro: «Yo soy aquél para quien están guardados los peligros, las grandes hazañas, los valerosos hechos. Yo soy, digo otra vez, quien ha de resucitar los de la Tabla Redonda, los Doce de Francia y los Nueve de la Fama, y el que ha de poner en olvido los Platires, los Tablantes, Olivantes y Tirantes, los Febos y Belianises, con toda la caterva de los famosos caballeros andantes del pasado tiempo, haciendo en éste en que me hallo tales grandezas, estrañezas y fechos de armas, que escurezcan las más claras que ellos ficieron. », I.20.4.
|| yo soy aficionado a leer: Notese el énfasis del pronombre, presente éste en la ed. pr., que muchos editores han suprimido, «sin saber lo que hacían».
El narrador editor explica cómo encontró en uno de estos cartapacios el manuscrito del fin de su historia: «como yo soy aficionado a leer, aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado desta mi natural inclinación, tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía, y vile con carácteres que conocí ser arábigos.», I.9.6.
|| yo y la duquesa: no sólo no era falta de educación que el locutor se citara a sí mismo en primer lugar, sino que este uso socio-lingüístico era el que recomendaba Nebrija, contra el uso, discretamente presente en el Quijote y actual hoy en día, de posponer el yo: «en ninguna manera se puede sofrir que la orden natural de las personas se perturbe, como se hace comúnmente en nuestra lengua, que siguiendo una vana cortesía dizen: el rei ~ tú ~ io venimos, en lugar de dezir io ~ tú ~ el rei venimos"., Gramática de la lengua castellana, II, 2.
El duque aragonés invita a don Quijote: «—Digo que venga el señor Caballero de los Leones a un castillo mío que está aquí cerca, donde se le hará el acogimiento que a tan alta persona se debe justamente, y el que yo y la duquesa solemos hacer a todos los caballeros andantes que a él llegan.», II.30.29.
||…yo…|| no hay otro yo en el mundo: 'yo soy único en el mundo' . Don Quijote defiende su verdad literaria, contra la mentira del personaje de Avellaneda, revindicando su singularidad, II.70.21.
|| que yo solo sea el que me sirva: hipérbaton 'que sea yo solo el que me sirva' • Don Quijote, privado de Sancho, no quiere que nadie le sirva dentro de su aposento: «suplico a vuestra excelencia que dentro de mi aposento consienta y permita que yo solo sea el que me sirva.», II.44.13.
|| y yo y todo: 'y yo también', indicando gran encarecimiento. • Se trata de la salida de don Quijote de la jaula: «—Yo le fío de la fuga—respondió Sancho. —Y yo y todo —dijo el canónigo—, y más si él me da la palabra como caballero de no apartarse de nosotros hasta que sea nuestra voluntad.», I.49 § 6-7. ® todo: y todo
|| ya yo: ® ya
-oOo-
Fuente: Salvador García Bardón, Taller cervantino del “Quijote”, Textos originales de 1605 y 1615 con Diccionario enciclopédico, Academia de lexicología española, Trabajos de ingeniería lingüística, Bruselas, Lovaina la Nueva y Madrid, 2005. Este artículo apareció en éste y en otros soportes virtuales el 21 de octubre 2005.
-oOo-